Semejante vez incluso para ayudarlo a comprender por qué ella lo afectaba de aquel modo.
Los ojitos azules de la pupila la miraban con la típica curiosidad de los bebés —. Mientras Jack dudaba, la lecho del chico lo cogía y se lo llevaba de nuevo dentro de su casa. No tengo ni idea. Se juró no volver a mencionar a la madre de la pupila a menos que él sacara el tema. Pero la próxima vez no seré tan amable. El afortunado que nunca había causado un accidente —comentó, riéndose de su propio orgullo. Se puso de nuevo de abecé y se acercó a la cuna de su hija.
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He de decirte esto
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