TODOS CREÍAN QUE ERA UNA CHICA FÁCIL HASTA QUE DESPERTABA EL DÍA DESPUÉS

Charles estaba a punto de actuar otro comentario, pero Sandra lo taladró con su famosa ojeada de pocos amigos. Hizo bornear el tobillo hasta que el dolor empezó a remitir.

Soy mala. Volvió a llamar al timbre y esperó a que Carol se dignara acercarse a abrir la puerta. Pero descartó el desagradable pensamiento al admirar que un elegante Mercedes bruno pasaba a ocupar el aforo disponible y dejaba salir a cuatro mujeres que reían a carcajadas. Margaret esperó a que Sandra le dijera si dejaba pasar a Lona. Estoy harta de tus eternas acusaciones. En las vitrinas había toda una colección de piezas de vajillo desparejadas, recopiladas de los innumerables mercadillos a los que acudía Laura en busca de gangas.

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