FINAL DE NOVELA EN PATAGONIA

Empero yo sí sabía. Esa misma semana yo había ido un par de veces a su casa de la Colonia Guadalupe Inn.

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No quiero que nadie me diga cómo es la Patagonia, tampoco que me sugieran que vea tal cosa o que habla de ver aquella otra. Época algo especial, era cierto, empero pronto me di cuenta de que era una familia bastante similar a todas las familias que conocía. El del británico, siendo un libro tan ameno y original para su tiempo, de todos modos me dejó para siempre la sensación de haber sido yo testigo de algo ligeramente inauténtico. Lo repitió en voz baja, saboreando cada resplandeciente palabra. Era químico y trabajaba en un laboratorio.

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Todo el trabajo para mí y aguantate piola. Que la llamase otro día y me reservaría un rato. Despertamos sobresaltados con los gritos y vimos el reguero de su ropa en el suelo. La Patagonia nos parecía tan fascinante y misteriosa que preferíamos no estar preparados para lo que nos ofreciera. Nuevo cuento colombiano

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Empero era tan importante el heroína que un palo de barredera al que uno montara e hiciera corcovear imaginariamente bien podía ser un corcel de fantasía perfectamente capaz de saltar el mismísimo Cañón de Colo- rado de un brinco formidable. De repente me di cuenta de que eran casi las ocho. Juan, alzando apenas los luceros por sobre el plato, respondió: -Remordimientos. Los puertos, por pequeos que sean, son el máximo de los smbolos del cosmopolitismo. Sólo los individuos existen, si es que existe alguien. La escritura de Collazos en levante nuevo volumen ha dejado atrs el experimentalismo que caracterizaba los anteriores. Fue ese segundo golpe el que cambió mi biografía.

Capítulo 26 - Balas de Carmín (Spanish Edition)

Porque si les dejan joderte, una vez que te enculan, de nada sirven los sermones. Una brusca idea se me ocurrió. Patagones podría ser una localidad costera de Brasil. Mi camarada se volvió a París, acceso de casa. No se le iba a pasar nunca. Ya estaba en España y eso me trajo vagos recuerdos de mi niñez en Andalucía. Y, si leemos despacio, muy ligero hallamos respuesta: de la experiencia; es decir, de la experiencia o del testimonio.

Yo conocía esta leyenda porque todos los que vivimos en el Nordeste argentino la tenemos a diario ante nuestras narices, y me pareció que Fernando todavía la apreciaría, si ese lenguaje es el adecuado. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro. La literatura necesita un tiempo que sólo el guionista ha de saber medir. Me entregaron el cincuenta por ciento de lo pactado y el pasaje de ida y dorso. Sólo los individuos existen, si es que existe alguien.