Época un domingo. Y lo peor que no había pagado el seguro, y debía cuatro plazos todavía.
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Eran descaradas, sensuales y generosas, y tenían un corazón así de grande. Su conducta era acrisolado, muy profesionales en los gotera del oficioy los clientes sabían que con ellas no podían pasarse. Ferdinando amaba a dos personas al mismo tiempo. Parecía que había muerto minutos antiguamente.
Todo les daba igual. A su lado, como un ídolo, la rueca en que su lecho hilaba atenta a lo que ocurría entre su hija y aquel desconocido, mientras el artífice mercaba la lana con los clientes. Huye en un bajel desde el puerto del Musel, en Gijón, y llega al Callao de Lima dos meses después. El cocinero llamado Maluco se llamaba en realidad Mauro Benavides, era de origen portugués, del Alentejo, les contó que se había embarcado cuando joven, huyendo de la policía, había intentado asaltar un banco, y les mostró unos cuantos cortaduras de periódicos viejos que hablaban de él.
Comentario
Es una gran idea
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